Alguien me preguntaba hace algunos días si la filosofía sigue viva, si aún hay gente que se dedique a escribir sobre temas filosóficos… la verdad la pregunta no me sorprendió al momento. Sin embargo, en mis momentos de reflexión personal la pregunta no me dejaba de lado, seguía insistiendo… ¿la filosofía está viva? ¡Claro! Era una repuesta obvia para quien tiene fresca la memoria de los contemporáneos, de quien tiene una actitud crítica y analítica sobre lo que sucede en el mundo, sobre lo que sucede a su alrededor, de quien se dedica a leer y a perder tiempo en profundizar sobre la realidad, sobre la vida, sobre la sociedad, sobre el hombre, sobre si mismo…
Pero aún así, me sentí en la necesidad de escribir algo al respecto. ¿Cómo es posible que la gente de hoy pase de lado sobre todo aquello que construyó su modo de vivir y de actuar, inclusive su modo de pensar? ¿Qué está pasando en la sociedad?
Nada de nuevo…Ya bien lo dice la Sagrada Escritura, no hay nada nuevo bajo el sol. Y es verdad. El desinterés por el pensamiento y la razón es una constante en nuestra sociedad occidental. La tecnología ha suplido al pensamiento, satisface nuestras necesidades, alimenta nuestro ego y nos hace sentir importantes. Pero a muchos se les olvida pensar, se les olvida centrarse un poco en sí mismos y reflexionar sobre el porqué de lo hacen.
No hay disculpa, la filosofía y la reflexión filosófica seguirá vigente en las mentes que así lo deseen, en aquellos que ultrapasen la materia sensible y lleguen a lo más profundo del ser, de lo desconocido y del absolutamente desconocido. Bien refería mi estimado Kant, Sapere aude, atrévete a pensar, no te quedes en el margen, descubre por ti mismo el universo y el Absoluto, no dejes que nadie te lo comente o te lo describa, sé tú mismo a descubrirlo…
