sábado, 21 de julio de 2012

El amor como camino de vida

Con el pasar de los años, me he dado cuenta la manera en como los conceptos universales van evolucionando en la sociedad y en mí mismo a base de experiencias positivas y negativas. Han sido muchos años en los que mi manera de pensar ha ido cambiando y se ha ido fortaleciendo, y hoy doy un paso más. Sin darme cuenta, me había convertido en un defensor de los valores universales, en especial del concepto "amor", del cual he comprobado que no todos tenemos la misma idea de lo que esto significa. Quizás la formación cristiana ha influido en mi visión del amor, del respeto y de la tolerancia.

Mi base es y seguirá siendo 1aCor,13. Hoy me doy cuenta de que en una sociedad tan volátil y desequilibrada, estos conceptos son simplemente subjetivos y utilizados a segundas del humor del sujeto. Los conceptos universales han sido vistos a lo largo de la historia como ideas abstractas que son parte del ser universal y presentes en los entes individuales, a quienes, como Boecio, me gusta llamarles de personas; mientras que en la realidad individual del siglo XXI no son más que simples sentimientos y emociones afectivas que varían según la estabilidad emocional de cada uno.

 No hay por que juzgar a la sociedad actual, no hay por qué escandalizarse de la realidad en que vivimos. Simplemente la vida nos va enseñando los caminos de comprensión y de abstracción que debemos realizar en los eventos más relevantes de nuestra vida. Creo que estos conceptos universales, a pesar de ser tan usados y maltratados por literatura barata y por los medios de comunicación surrealistas en los que vivimos, existen en lo más profundo del ser humano, puesto que nunca desistimos de encontrar la justicia, el amor y la plenitud. Quizás, eso si, hemos vivido engañados durante mucho tiempo buscando en el otro aquello que podemos encontrar en nosotros mismos. Frases como "encontrar la media naranja" o "el otro es un complemento" son simples ideas utópicas de la realidad.

Cada persona es plena en sí misma, y si es capaz de amar a alguien más no es por necesidad, sino por desborde de amor y de alegría, compartes con la otra persona aquello que llevas por dentro. Lo malo es que pensamos que todo debe ser como cuento de hadas, donde todo va bien y las personas no fallan ni se equivocan. Me gusta ver más las relaciones afectivas como el teatro griego, donde hay comedia, drama y tragedias. Si algo aprendí estos años ha sido que las personas no son perfectas, ya que como yo, están en el camino de aprendizaje, en la vía de la plenitud. Que alegría poder compartir ese camino con alguien, poder aprender juntos las lecciones de la vida y la proyección de algo mucho mayor. Pero si no lo deseas compartir, estás en tu derecho, no necesitas de estar al lado de alguien para lograr tus metas. Simplemente te pierdes de compartir el camino con alguien que desea compartir su camino contigo. Bien lo decía San Agustín, el libre albedrío es el mayor regalo del Creador.

De este modo, a modo de conclusión, creo que la libertad en el amor y en la comprensión de los valores universales depende de tus valores y de las experiencias que has vivido a lo largo de tu vida, y sean cual sean tus metas u objetivos, lucha por ellos. Si en tu camino hay alguien que desea caminar junto a ti, valora y da lo mejor de ti, pero cuando deseen abandonar ese camino y emprender otro, no te vengas a abajo, simplemente bendice su camino y si es necesario llorar, hazlo, pero alégrate de que esa persona, como tu, están en camino de la construcción de su vida, así que agradece lo bueno y sigue caminando. Sigue caminando, sigue subiendo en los escalones de tu propia vida.