Una luz suave y firme ilumina mi rostro, mientras que una
ligera brisa mueve mi cabello con dirección norte. Mi alma se despliega, abre
sus alas y pide volar, quiere unirse al viento, desea poder salir del cautiverio
donde yo y la sociedad la hemos colocado: en la prisión de la sociedad
capitalista. “¡Tengo ganas de volar!” me grita mi alma toda vez que se asoma por
la ventana de mis ojos, y las lágrimas que caen sobre mi rostro es el deseo
frustrado de esa alma inquieta, presa
del orden y del deber social.
¿Por qué no la puedo dejar volar?
Porque la uso para trabajar, para vivir o sobrevivir en esta
nueva ciudad. Al alma no la alimento, está allí, inerte, sedienta, hambrienta
de más… quisiera alimentarla pero no puedo: debo trabajar, debo compartir mi
vida con gente, con personas que me rodean con o sin razón.
Tengo tantos deseos de soledad, de estar solo con mi alma y
escucharla, dejarla expresarse a través de la música, de la literatura, dejarla
alimentarse de la lectura, de las bellezas terrenas; ganas de dejarla estar
cerca de su Creador, del dueño de su existencia, del Absoluto, del Todo.
Tengo ganas de TRASCENDENCIA y mi alma lo pide, lo expresa, lo necesita… hoy más que nunca lo necesito y para ello debo alimentarme, dejar de estar en ayunas a nivel trascendental y dejarme invadir por el Absoluto, por la magnificencia del que “todo lo puede”, del Creador y de Padre que tanto necesito en eta nueva etapa (tan difícil) en mi vida.
Ciudad de México 12 de Octubre 2010
Saludos, soy Héctor Magno.
ResponderBorrarTe escribo por este medio dado que perdí todo contacto contigo y no tengo tus teléfonos ni nada más.
ResponderBorrarMuchas Felicidades por tu cumpleaños (ya sé que es mañana). Espero pases un día increíble, que cumplas muchos años más y que coseches éxitos en lo que te propongas. Un abrazo cordial.